La entrega de alimentos, las medidas de prevención de contagios o la disposición de residencias para acoger a aquellas personas contagiadas imposibilitadas de hacer cuarentena en sus hogares, son todas acciones que tienen impacto en la salud mental de las personas.
El problema es que, en muchas ocasiones, se ha destinado a gran parte de los profesionales que trabajan en los territorios, en las municipalidades o en los barrios, a ejecutar estas acciones. Está el caso de la entrega de cajas, por ejemplo, o el de los cordones sanitarios, lo que ha implicado que esas personas dejen de prestar los servicios terapéuticos o de apoyo, que normalmente entregan.
A través del trabajo que realizamos con equipos en distintas comunas a lo largo de Chile, hemos podido observar cómo profesionales que trabajan con familias, apoyando la crianza, han sido asignados a realizar este tipo de tareas que, pese a ser necesarias para el bienestar de la población, dejan de lado la labor fundamental que pueden cumplir esos profesionales para mitigar los efectos de esta pandemia en la salud mental de adultos, niños, niñas y adolescentes.
Psicólogos, trabajadores sociales, educadores y otros, cuentan con herramientas efectivas para apoyar a quienes están criando, resolver sus dudas, acompañarlos a ir diseñando planes e ideas que les sirvan para contener, acompañar y guiar a niños y niñas. El apoyo que estos profesionales entregan a las familias puede prevenir las escaladas de violencia o maltrato que estamos observando. Sin embargo, no se les están dando las condiciones que requieren para poder ejercer dicho apoyo.
El impacto que la crisis sanitaria tenga en la salud mental de grandes y pequeños, va a perdurar en el tiempo, más allá de la pandemia. Es urgente generar las condiciones para que las redes de profesionales en los territorios, puedan ejercer sus servicios de apoyo en esta materia. Su trabajo puede mitigar el impacto de esta pandemia en la salud mental de niños y adultos. Esto pasa por convencerse y visibilizar la urgencia e imprescindibilidad de su trabajo, proteger su tiempo destinado a ello y por resolver otros desafíos importantes, como la falta de acceso a celulares o internet.
Por Francisca Puga T.
Directora Ejecutiva Triple P Latinoamérica