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20 diciembre 2018

Columna sobre adolescentes: Aprender ensayando

De acuerdo a la reciente publicación de la Encuesta Adimark Bicentenario 2018, desde 2007 a la fecha, alrededor de 50% de las y los encuestados opina que es mejor proteger a los hijos e hijas para evitar que corran riesgos, en lugar de entregarles mayor libertad.

Los riesgos a los que pueden enfrentarse las y los adolescentes en el día a día siempre están presentes y varían durante el paso de los años. Frente a ellos, los padres suelen tomar dos caminos: el de una crianza más laxa, haciéndose amigos de sus hijos, tratando de mantenerse cerca, pero sin guiar mucho; o el de la crianza más autoritaria, restringiendo de manera excesiva los permisos.

La crianza positiva que promueven programas como Triple P – Programa de Parentalidad Positiva, se puede concebir como un intermedio entre estos dos caminos. La lógica que promueve es que los padres no pueden proteger a sus hijos e hijas de los riesgos todo el tiempo, no pueden construir murallas, ni evitar que se expongan a estas situaciones. Su rol tiene que ver más con enseñar, guiar y acompañar a sus hijos a protegerse ellos mismos, promoviendo el desarrollo de la autonomía y la independencia a medida que les van enseñando a ser más responsables.

Este enfoque motiva a los padres a establecer un diálogo con sus hijos e hijas, no desde la vereda de la prohibición, ni dándoles la señal de que ellos lo saben todo, sino que construyendo soluciones en conjunto.  Esto implica que los padres se conecten con el mundo que están viviendo sus hijos e hijas y tomen conciencia  de los riesgos reales a los que éstos se enfrentan.

Es mucho más efectivo explicarle a los hijos cuáles son los peligros ante el consumo de alcohol o drogas –consecuencias neurológicas en su desarrollo, por ejemplo-  que simplemente no dejarlos ir a una fiesta o prohibirles tomar alcohol, sin más explicación. 

Si los padres son capaces de mostrar esto a sus hijos, entonces se abrirá una conversación en que se les podrá enseñar alternativas, explicar cuáles son los riesgos, e incluso ensayar cómo reaccionar cuando se vean enfrentados a estas situaciones.

Que los adolescentes estén viviendo con los padres en la casa, es una tremenda oportunidad para enseñarles y dotarlos de herramientas que les permitan a ellos mismos protegerse de los eventuales riesgos. Como todo aprendizaje, esto conllevará errores, pero lo importante es no dejarlos solos en este camino a la autonomía, acompañarlos y guiarlos para encontrar juntos soluciones y darles la oportunidad de practicarlas.   

*Columna de opinión publicada en BIUT de La Tercera