Uno de los programas que la Fundación utiliza para llevar a cabo este objetivo es, justamente, Triple P “No tenemos para qué crear nuestro propio programa de parentalidad, sabiendo que existe Triple P, programa que cuenta con evidencia en 25 países del mundo y que va muy en la línea de lo que nosotros hacemos” dice Magdalena Arellano, directora ejecutiva de la institución.

La Fundación trabaja con padres pero también con instituciones educativas con las que hacen alianzas para trabajar con la comunidad, implementando seminarios, campañas comunicacionales o talleres grupales y atención uno a uno. Además, Cuida Futuro ha comenzado recientemente un trabajo piloto con cuidadores de una residencia de protección de un organismo colaborador del Sename.

Si bien prestan apoyo a padres, madres y cuidadores de niños pequeños y de adolescentes, la experiencia que esta organización ha tenido trabajando con familiares de adolescentes es muy destacable. Se suele creer que la crianza positiva es para los más pequeños, pero los padres de adolescentes también requieren apoyo para ejecutarla. Llegan pidiendo orientación para generar vínculos más sanos y trabajar en una relación más fluida con sus hijos. Muchas veces estos cuidadores tienen temor a que sus hijos presenten consumo problemático de drogas o abusen del alcohol y también buscan herramientas para manejar conductas difíciles.

Los adolescentes se encuentran en una etapa de búsqueda de la identidad, ya no dependen del todo de sus padres y comienzan a tener mayor independencia en las salidas, amistades, entre otras. Estas son preocupaciones recurrentes por las que acuden los padres,  quienes quieren consejos para manejar estas situaciones. Y los resultados han sido sorprendentes “estos padres se toman los talleres de manera muy seria, agradecen mucho las herramientas que Triple P les entrega. La relación entre padres e hijos cambia de manera rápida, son capaces de llegar a acuerdos con ellos”, dice Magdalena.

“El Programa Triple P para adolescentes ayuda a los padres a ponerse metas concretas de trabajo con sus hijos, enseña las maneras para llegar a acuerdos con los adolescentes. Si bien hay reglas claras y consecuencias muy claras, hay poca imposición” y eso, dice Magdalena, es muy bien acogido tanto por padres como por los mismos adolescentes.

A través de esta metodología además se trabaja el autocontrol, donde los padres aprenden a cómo manejar situaciones más tensas y no explotar ante cualquier discusión, lo que mejora las relaciones y el ambiente familiar.

Lo que atrajo a Cuida Futuro a trabajar con la metodología de Triple P es el foco en la relación entre padres/cuidadores e hijos que el programa imparte y que cambia el paradigma, poniendo mucho énfasis en la prevención y no sólo en la reacción a conductas o problemáticas ya en curso. “Es un programa fácilmente aplicable, lo puede emplear cualquier persona que tenga conocimiento en desarrollo infantil y usa mucho el sentido común, entrega herramientas que se aplican en la cotidianidad de todo ser humano y eso lo hace amigable”, dice una de las socias fundadoras y directora de Cuida Futuro, Magdalena Cruz.

Además, sostuvo Magdalena “el programa tiene una característica muy atractiva: que no es un programa extendido en el tiempo y que contempla un seguimiento a las familias para asegurarse de entregarles un apoyo efectivo”.